Justicia cambia la cúpula de los registradores y se replantea cómo continuar con la 'privatización' del Registro Civil

El nuevo ministro de Justicia, Rafael Catalá, ha dado un lavado de cara completo a la Dirección General de los Registros y el Notariado y ha cesado al 'número uno' y al 'número dos' de este departamento: Joaquín Rodríguez y Javier Vallejo, respectivamente. Hasta 30 personas que trabajaban en el equipo de Rodríguez han dejado también sus puestos, la mayoría registradores que estaban en comisión de servicios en la dirección general, revocando así sus plazas. Entre ellos, Javier Angulo, que formó parte del equipo que recibió el encargo de Justicia de desbloquear el colapso que en el Ministerio provocaba la tramitación de los expedientes de nacionalidad. Un encargo que levantó polémicas y suspicacias por los intereses que Angulo había tenido en una empresa privada que se benefició en la tramitación de esos expedientes, según adelantó 20minutos. Rafael Catalá ha decidido poner al frente de la dirección general a Javier Gómez Gálligo. 

Los cambios que han llegado con Catalá no son solo orgánicos. La reforma del registro civil, uno de los proyectos estrella del ya exministro Alberto Ruiz Gallardón y que tanta tensión ha provocado en el colectivo de registradores, se está replanteando. Esta reforma supone un cambio de gestión en los registros, que ahora están en manos de los jueces y secretarios judiciales, y que el Ejecutivo quería que fueran dirigidos por los registradores mercantiles. El anterior director general, Joaquín Rodríguez, amigo de Enrique Rajoy (otro registrador hermano del presidente del Gobierno) era uno de los grandes defensores de la reforma. 

El problema de la reforma es que Justicia quería obligar a los registradores a costear el mantenimiento del Registro Civil y les retiraba el control de todo el sistema informático para llevarlo a cabo. Algo que no sentó nada bien a la mayoría. De hecho, en octubre de 2013, se forzaron nuevas elecciones en el Colegio de Registradores. Joaquín Rodríguez y Enrique Rajoy hicieron campaña a favor de la candidatura que perdió, la del antiguo decano Alfonso Candau. Ganó los comicios Gonzalo Aguilera, que representa a las bases del colectivo descontentas con las reformas que quería introducir Justicia. Las elecciones fueron muy reñidas. Aguilera logró hacerse con un total de 489 votos, frente a los 424 de su oponente. En la candidatura de los derrotados estaba la nuera del exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón: Teresa Touriñan Morandeira, registradora de la propiedad de Villalba (Lugo). Ahora, según fuentes consultadas, Catalá viene con el mandato de replantearse la reforma del registro y negociarlo todo con los registradores. 

Un segundo Colegio 

El Gobierno aprobó en verano el Real Decreto 8/2014 de 4 de julio, un decreto que no gustó nada al Colegio de Registradores, que se opone frontalmente a esta reforma. ¿Por qué? Porque este decreto estipula la adjudicación del software necesario para la nueva gestión de los registros civiles a una empresa privada, un software que tendrá que ser sufragado por los registradores. Como el Colegio no quiere pagar a una empresa porque cuenta con un extenso departamento informático que puede desarrollar ese software (es decir, no quiere pagar por algo que puede hacer), el decreto del Gobierno también creó una nueva corporación de derecho público de registradores civiles y mercantiles, dividiendo así en dos el Colegio de Registradores: el actual, que ya solo englobaría a los registradores de la propiedad, y el nuevo, que aglutinaría a los registradores mercantiles, que gestionarían los registros civiles. Hay unos 1.000 registradores de la propiedad y unos 120 mercantiles. 

Los registradores ya no tendrán que pagar a una empresa privada por un software que ellos mismos querían hacer "Esto suponía una escisión de la corporación registral. La única misión de la nueva corporación que se quería crear era la de firmar y pagar a dicho adjudicatario privado los contratos de compra, desarrollo, mantenimiento y licencias de uso, de los programas y plataformas informáticas que decidiera Justicia", señalan fuentes del Colegio de Registradores. Y es que el Colegio propuso a Justicia que le permitiera optar al contrato, ya que el propio Servicio de Informática del Colegio, con casi 300 profesionales en plantilla, ha creado muchos de los software que ya manejan los registradores, lo que ahorraría costes al Colegio, que no tendría que pagar así a una empresa privada. 

Justicia (con Gallardón) se negó y el decreto del Gobierno dejó claro que el contratista se seleccionaría por la Administración a través de la empresa pública Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España (ISDEFE), una empresa pública adscrita a Defensa. Alegando "interés estratégico para la defensa nacional", ISDEFE no licitó un concurso público, sino que ha recurrido a un procedimiento negociado y sin publicidad, y ha invitado a las empresas que pueden optar al contrato. 

Cambios con el nuevo ministro 

Todo esto se ha parado. Todo ha cambiado con Catalá. Según fuentes consultadas, ya no hay necesidad de esa Corporación Pública (un segundo colegio) que asuma los costes del software, ya que el propio Colegio (el único que hay) será el encargado de mantener el Registro Civil en su plataforma informática, por lo que la licitación con las empresas privadas queda en punto muerto. "Ha habido un cambio radical y absoluto de los planteamientos iniciales", explican desde el Colegio. "Ahora hay voluntad de negociación y acuerdo gracias a la llegada del nuevo equipo de la dirección general del Ministerio". 

No hay que olvidar que incluso el Consejo de Estado hizo un informe desfavorable a esta reforma. A grandes rasgos, el órgano consultivo objetó que no se podía emplear un reglamento para colar por la puerta de atrás una reforma del funcionamiento de todos los Registros. El Consejo de Estado describe la reforma como "oscura" por los numerosos "interrogantes" que suscita y concluye que ganaría claridad y precisión si la gestión se encomendara directamente al Colegio de Registradores. Como parece que va a ocurrir.

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